domingo, 14 de junio de 2015

Esquizofrenia - Capítulo IV

Ojos de halcón



HACE 5 AÑOS Y 50 SEMANAS

Bartolomeo se encontraba sentado con ambos brazos cruzados sobre su pecho, Mihawk, su “padre” y tutor se paseaba de un lado a otro de la gran habitación en la que se hospedaba, silencioso, sin haber encontrado las palabras para explicarles a sus hijos lo que ocurría. Perona, la miembro más pequeña de los Dracule jugaba sentada al lado de su hermano con su peluche Kumashi, el oso café movía sus manos y piernas obedeciendo a los dedos de su ama, no es que a una adolescente de su edad disfrutara el pasar el tiempo con un montón de animales de felpa con vendas en sus acolchados cuerpos, pero Perona era un excepción a cualquier cosa considerada normal, es más, la familia Dracule se caracterizaba por ser de lo más extraña.

─ ¿Me dirás que sucede o seguirán paseándote por la puta habitación toda la tarde beh~? ─ Cuestionó el chico de la cresta verde ya exasperado, la menor de su familia se sobresaltó, dirigiendo su pulo al brazo fuerte del mayor.─ ¡Deja de hacer eso mocosa! ─ Reclamó casi de inmediato, al sentir como jalaban el piercing de su nariz.

─ Horo horo horo te lo mereces, no debes hablarle así a papá.

Mihawk soltó un suspiro, dejando aquel sombrero negro a los pies de la camilla, su afilada mirada se dirigió a los “niños”, a los cuales, les bastó solamente un par de segundos volver a su posición rígida y silenciosa. Los había educado a ambos desde pequeños, inculcándoles el respeto a todos aquellos que poseyeran un rango mayor que los que ellos utilizaban, aunque hace unos años Bartolomeo comenzó a abusar de sus confianzas, malcriarlo tanto tuvo sus consecuencias.

Los tacones masculinos dejaron de oírse, la cabeza de los Dracule sabía que no podía seguir manteniendo el suspenso, por alguna razón, la tensión aumentó en el momento que abrió su boca observando ambas caras adorables de sus retoños. Frente a ellos, con la mirada seria y los hombros rectos soltó la noticia rápidamente.─ Bon Clay fue asesinado. ─ Como lo esperaba, las caras de sus muchachos fueron de asombro y confusión, el guardaespaldas del peliverde ya no estaba en aquel mundo, aquello no era seguro, pero Mihawk descubriría a aquel bastardo, llevaba años siendo el jefe de los yakuza y aquello no cambiaría ahora, Bartolomeo lo seguiría y él lo protegería hasta que eso ocurriera.

─ ¡Cállate Kumashi! ─ El oso de felpa fue a parar al suelo entonces, produciendo aquel sonido que tanto molestaba a la quinceañera. Los herederos no se movieron, la situación era lo bastante tensa como para temer. Si bien, no tenían la mejor fama, eran lo bastante cercanos entre los miembros más confiables. A ojos de halcón no le sorprendió encontrar más brillantes los ojos de la niña (a su mirar).

Solo unos segundos le bastaron a Bartolomeo para ocasionar una gran agujero a sus espaldas con su puño, seguido de otro y otro, el hombre de cabello negro lo dejó, sentándose junto a su hija para pasar uno de sus brazos por sobre los hombros de la adolescente, intentando anular el silencioso llanto.

Un minuto fue suficiente, el rubio de ojos azules se encontraba tiritando de la rabia cuando ingresó a la habitación con los puños cerrados fuertemente. Debía controlarse, no eran personas normales las que se encontraban allí, además, si bien lucía hermoso molesto, debía cuidar su cutis y tranquilizarse, no quería que horrendas arrugas hicieran aparición por su descuido.

─ Este lugar ya no es seguro para ti Bartolomeo… ─Cavendish no alcanzó a decir nada, el hombre intimidante se levantó, dejando a la niña de atuendo gótico sobre la cama con la mirada baja. Un escalofrío recorrió la columna vertebral del guapo muchacho cuando sintió la mirada del mayor sobre su cuerpo delgado. Él avanzó dos pasos y Cavendish quiso retroceder, por su belleza que lo intentó, pero los ojos contrarios eran atemorizantes, tanto así que su respiración se encontraba más agitada ante la proximidad contraria. Levantó su mentón y le obligó a seguir observándolo. ─ ¿Cuánto alcanzaste a oír?─ Mierda, su voz sonaba enojada y aquello no era bueno, no era un cobarde, pero tampoco un estúpido y en su mente no encontraba una manera lógica en que ojos de halcón se descargara sin haberle hecho daño a su hermoso rostro.

─ N-nada señor Dracule ¡Puedo jurarlo! ─ El sonido que realizaba el concreto al ser golpeado finalizó, el peliverde olvidó su rabia por unos segundos, decidió concentrarse en observar cómo es que Cabbage luchaba para no mearse encima, su padre era alguien difícil de convencer incluso para él, la diva estaba muerta. Una mueca se apoderó de su rostro del solo pensar aquello, cruzándose nuevamente de brazos se sentó con brusquedad, haciendo saltar a su hermana menor sin importarle siquiera.

─ Este lugar ya no es seguro para ti Bartolomeo. ─ Aquel enfermero que mantenía frente a él era como todas las demás ratas que torturaba en su comienzo, chasqueó la lengua para voltearse, sin soltarlo aún. No había necesidad de usar amenazas, sin embargo, tal vez por mera costumbre, su mano libre se dirigió hacia la pequeña daga que mantenía colgada en su cuello, el rubio le obedecería, podía verlo en su mirar.─ Prepara tus cosas, hoy nos vamos de aquí. Tú lo ayudarás a empacar enfermero, hablaré con Rayleigh.─ Una sonrisa macabra adornó los labios del más longevo en la habitación, aquella orden no fue del gusto de ambos jóvenes y pudo notarlo.─ A partir de hoy este chico y Crocodile se harán cargo de tu seguridad.─ Su hijo abrió los labios, pero no dijo nada, la decisión ya estaba tomada y solo podía acatar.─ Perona, toma tus cosas, nos vamos.

Kumashi estuvo solo unos segundos en el suelo, Perona lo sacudió con suavidad antes de seguir al hombre de espalda ancha, sin querer hacerlo demorar salió de la habitación, dejando a su hermano y el enfermero sorprendidos dentro de esta. Seguía asustada y él pudo notarlo, acorralándola contra la pared para volver a abrazarla. Misterioso, bruto, temible pero, antes que todo, Mihawk era padre, su padre, quien los habían cuidado desde que su progenitor murió en una de esas misiones secretas en las que trabajaban de jóvenes. Tal vez fueron tres segundos, pero solo eso bastó como para que se sintiera mucho más calmada, lo miró fijamente antes de retomar su paso, Absalom y Moria la seguían para protegerla, pero Bon Clay ya no estaría para cuidar a su hermano, por alguna razón aquello la incómodo.




-
-




El sonido que la máquina realizó cuando hizo click en aquel enlace lo hizo suspirar, aquella página recomendada por el buscador era el décimo link al que ingresaba, pero aunque frente a sus ojos la pantalla solo mostrara letras unidas a más letras que se encontraban en el portal colorido, llenas de información que prácticamente conocía de memoria, no eran lo suficiente como para poder terminar la investigación que había decidido comenzar después de las palabras del practicante Trafalgar. Si bien, odiaba que un mocoso prepotente fuera el inicio de su inspiración, estaba obligado a hacerle aunque sea una dedicatoria en alguna parte, si es que decidía publicar aquel escrito, sus planteamientos eran sumamente interesantes.

─ De nuevo estás aquí.─ El peliceleste se sobresaltó al sentir los brazos de su esposo rodear sus hombros, cerró sus ojos unos segundos mientras regulaba su respiración, ese idiota, al menos esperaba que hubiera revisado a Kuroashi antes de terminar su turno.

─ ¿Qué tal tu trabajo?

El pelirrojo simplemente se encogió de hombros, soltándolo para poder sentarse a su lado, observando con atención el monitor, aquellos escritos eran sumamente interesante.─ Lo mismo de siempre, tú sabes, enfermos, urgencia, “Doctor Shanks a pabellón” ─Comentó aquello último con un tono más agudo, imitando a la enfermera de turno por el altavoz.─ Mujeres llorando y cambio de turno.─ Enumeró respondiendo su interrogante, abriendo mucho más sus ojos al leer lo último.─ ¡Hijo de puta! ─Gritó eufórico, siendo silenciado por su esposo.

─ Hay al menos un centenar de blogs con lo mismo ¿De verdad te sorprende?

─ Es que… maldición, no lo descartaba, pero tampoco quería pensar así de un colega, con esto el doctor Marshall podría tener problemas legales ¿no? ─ Su mano desordenó los cabellos rojizos mientras que hacia una mueca de desagrado, terminando de leer lo que ahí salía, al parecer, la fuente era confiable, incluso había un correo electrónico por el cual contactar al emisor.─ Menudo dolor de culo que terminó siendo Kurohige.

─ En efecto, tener acciones en una empresa farmacéutica como “Smile” es una falta grave a la ética.

Shanks sonrió, su esposo siempre había sido un estudioso, un erudito pervertido por su persona desde la universidad, obligándole a hacer cosas que jamás hubiera imaginado, como el tener sexo en la oficina de Rayleigh aprovechando que estaba libre, u otras situaciones con índole similar. Llevó una de sus manos a desordenar sus cabellos largos y lisos, sonriéndole al precioso payaso con que compartía la cama todas las noches.─ Law te amará por esto Buggy, lo golpearé.─ Comentó, frunciendo levemente el ceño mientras imaginaba a su pareja cerca de otro hombre.

─ No seas imbécil Shanks.─ Comentó, antes de chasquear, aunque aquellos celos llegaban a parecerle un poco lindos. Besó su entrecejo y se levantó.─ ¿Conseguiste el número de Trafalgar? Sabes que “Smile S.A.” está siendo muy cuestionada últimamente por sus medicamentos, recuerdo haber escuchado una vez que experimentaban con niños indigentes.

─ Es mejor no decirle aún.─ Sentenció el mayor, siguiendo a su pareja hacia la cocina.─ Una de las enfermeras a cargo de Kuroashi es Monet, sabes que ella trabajaba en Smile antes de llegar a Grand Line, he escuchado un montón de veces fanfarronear de eso.

─ Como si trabajar con el pedófilo de Clown Caesar fuera honorable. ─ El pelilargo cerró su laptop, aquel científico era sumamente cuestionado, era casi un secreto a voces nacional sus supuestas violaciones, un montón de denuncias acalladas por los medios de comunicación acerca del trato a los niños, era obvio que un pediatra como él lo repudiaba profundamente. ─…Tienes razón, aún no es tiempo.─ Murmuro, de seguro Trafalgar se caería de espaldas cuando supiera aquello.─ Esto es algo grande Shanks, no sé si quiero seguir averiguando.

─ No seas cobarde Buggy, no pasará nada.




-
-




Debía de haber aceptado la propuesta del rubio cuando se ofreció llevarlo hasta la entrada de la clínica, pero maldición, odiaba cuando cejas de Diana se hacia el listo para luego burlarse de su sentido de orientación. Joder, si Luffy no hubiese tenido compromisos se habrían ido juntos, pero no, ahora se encontraba allí, en medio de un pasillo exactamente igual al que estuvo con anterioridad hace unos segundos.

Con ambas manos tras su nuca se dedicó a caminar por un camino que creyó haber visto antes, volteando su cabeza hacia todos los lados mientras buscaba la salida. Había visto de todo allí, el lugar era enorme, lleno de escaleras y pasillos estrechos, todo blanco y jodidamente limpio, Koshiro amaría que su habitación estuviera como aquel lugar, agradecía internamente que él no conociera la clínica aún.

Decidió ser práctico, renunciando a su orgullo le pidió a una de las enfermeras que le señalara hacia dónde se encontraba la salida, de eso hace una media hora más o menos. Roronoa soltó un suspiro, apoyándose en una pared pulcra mientras se concentraba, con ambos brazos cruzados sobre su pecho y los ojos cerrados. Chasqueó, pero se mantuvo firme ante las pisadas que se acercaban en su dirección, pero al parecer el tiempo consigo mismo fue poco, porque cuando sus párpados se abrieron, un hombre de barba y bigote se encontraba mirándolo fijamente. Tragó saliva, ocasionando un movimiento rápido de su manzana de Adán, pero completamente hipnotizado por aquellos peculiares ojos, parecían verlo todo, pero a su vez, eran tan únicos que se sentía rodeado por su tonalidad amarillenta.

Él le sonrió, de una manera sensual y atrayente, no sabía quién era, tampoco que hacer, pero estaba completamente seguro de que podía mantenerse mirando aquellos ojos por un buen rato, o al menos eso creyó hasta que las orbes extrañas se dirigieron a su cabello.

Como odiaba que hicieran eso, maldijo internamente mientras fruncía el ceño, dejó que sus brazos cayeran a sus lados y se volteó, pasando por debajo de una de sus extremidades que le cerraban el paso para poder salir del pasillo completamente mosqueado con aquel hombre. No lo conocía y él no era nadie como para mirarlo así, después de todo, los malditos ojos eran algo exóticos y completamente raros.

“¡Que se joda!” pensó entonces, pero las pisadas sonaban cerca, antes de encontrar el final del camino uno de esos fuertes brazos rodeo sus caderas. Asombrado quiso dar la vuelta, pero la sensual voz de aquel hombre simplemente lo congeló.─ La belleza que hay en estos pasillos es deslumbrante.─ Susurró junto a su lóbulo entonces, logrando que un escalofrío recorriera su columna vertebral. Él avanzó guiándolo entonces, pero no soltó en ningún momento.─ Que lástima que esta será mi última visita.

─ ¿Qué quieres de mí?─ Maldita frase cliché que escapó de sus labios, pero si seguía así no ocurriría nada bueno. No lo conocía, podía ser un hombre malo y Koshiro le había enseñado desde pequeño que la desconfianza podía ayudarlo a ver el mundo de una  mejor manera. No respondió, muy por el contrario, Roronoa aumentó su sorpresa al encontrarse al poco tiempo en la entrada de la clínica, entonces se encontró solo, observando la espalda ancha desaparecer por la puerta de un vehículo con vidrios polarizados y una nota, que quién sabe cuándo la escribió, en la palma de su mano, invitándolo a un lujoso y conocido lugar.

«El destino suele ser incierto pero yo sé que nos volveremos a encontrar, eso puedo segurarlo. Te espero en Skypiea mañana a las ocho.»




-
-




Sanji  se había acostado mirando a la pared, sin embargo, el sueño no llegaba y estaba algo incómodo. Había aumentado 300 gramos según las pesas de la clínica, debía de sentirse feliz, pero no lo estaba, para nada, su ánimo era nulo, aunque si podía recordar la sonrisa del practicante al ver el resultado de los números bajo sus pies, tal vez sería la única vez que podría verlo así y tenía sentimientos encontrados con respecto a aquello. El lado positivo de aquello, Trafalgar Law al parecer también era humano y podía ser agradable si se lo proponía.

Kuroashi acarició la sábana levemente, su dedo índice realizó figuras abstractas sobre la superficie mientras pensaba en aquello, los dientes blancos perfectos lucían realmente geniales cuando sus labios se curvaban hacia el cielo, tanto así que los latidos de su corazón aumentaron demasiado cuando las orbes grises se fijaron en sus ojos, entonces, solo la palabra “felicitaciones” bastó como para que sus neuronas colisionaran entre sí, realizando un cortocircuito que se esparció por todo su cuerpo y lo atontaron. Que loco, pero se sintió bien, aunque no le gustara lo que podría significar aquello.

Era silencioso, pero llevaba dos semanas encerrado allí, recibiendo visitas espontáneas y circunstanciales, salvo de médicos y enfermeros de turno. Seria obvio que le hubiera tomado algo de cariño al tatuado, pero eso no traía nada bueno, es decir, apenas le hablaba antes de aquel pequeño incidente nocturno, era de los más silencioso y misterioso, eso lo molestaba en demasía, él sabía varias cosas de si, como que era adoptado y tenía una enfermedad ¿por qué no enterarse también de la historia de Trafalgar? ¡Claro! Porque el muy idiota se la pasaba leyendo para ignorarlo. Tampoco estaba feliz por encariñarse, el viejo volvería en una semana más y las despedidas le jodían.

No estaba resignado aún, pero tampoco feliz por aquello, en aquella semana dos médicos más se unieron a examinarlo, eran simpáticos, al menos más que el practicante a cargo, le daban algo de risa, sobre todo cuando comenzaban a pelear por quién llevaba la razón o alguna cosa así. Shanks había ganado la apuesta, le tomó menos de dos días subir de peso, Buggy perdió 2.000 berrys esta tarde. Soltó una carcajada sin poder evitarlo, su mano fue a parar a su estómago mientras comenzaba a voltearse con lentitud.

─ ¿Qué es lo gracioso Kuroashi-ya? ─ Y ahí estaba él, apoyado sobre sus antebrazos a unos centímetros de su cama, no sabía en qué minuto se había acercado tanto, pero le agradaba tenerlo cerca, por alguna razón. Le sonrió, quién lo diría, después de vomitar hasta tu hígado terminabas haciendo amigos, vaya manera de socializar.

─ De Shanks y Buggy, solo recordaba la discusión de anoche ¿de verdad ellos son pareja? ─ No supo la razón, pero no se alejó, la mirada divertida del rubio le era atrayente, se veía jovial y aquello era lo que necesitaba, asistió con lentitud, ladeando un poco su cabeza para volver a escuchar las risitas contrarias, el joven crecía y el aumento de peso le venía bien, incluso podía notarlo un poco más apuesto de lo normal.

─ Estas no son horas para estar conversando Kuroashi-ya, deberías dormir un poco.
 Y allí comenzaba de nuevo, aquella conducta de madre que sacaba el mayor a veces le molestaba, podía ver al viejo Zeff diciendo algo similar cada noche, cuando conversaba con Zoro o Usopp hasta bien entrada la noche por el computador.─ No seas molesto practicante, de seguro que a mi edad también sufrías de insomnio, las ojeras de tu rostro te delatan.

Se encogió de hombros, aquello era su problema en realidad, pero al menos había intentado velar por el bienestar de su paciente, aunque a este le valieran sus palabras.─ Dime Trafalgar, además de leer y estar aquí ¿tienes una vida? ─ El tatuado no pudo evitar enarcar su ceja izquierda al escuchar aquello, el curioso y extrovertido Sanji que comenzaba a aparecer le parecía un futuro dolor de culo. “Una vida en donde me pagan por cuidar a un mocoso”, pensó entonces, sin embargo, no lo dijo en voz alta, aquel niñato solamente pretendía molestarlo, provocarlo y no le daría el lujo de aquello.

─ ¿Qué pretendes Kuroashi-ya? ─ Cuestionó entonces, cerrando aquel grueso libro que mantenía sobre sus piernas, por alguna extraña razón había decidido  acercarse lo suficiente a la camilla del menor para observarlo mejor, hasta el momento, llevaba una semana logrando erradicar el consumo de antipsicóticos del menor, para ello, había pedido reemplazos hasta en su día libre, manteniendo siempre el mismo horario. Lamentablemente, los turnos de Monet eran en la mañana, por lo que siempre cuando llegaba, a mediados de tarde, se encontraba con la lúgubre visión del chico, pálido y dependiente de cualquier ser humano que se encontrara cerca de él.

─ La verdad es que nada.─ Respondió el rubio, ganándose la mirada fija por parte del ojigris, apostando a que él no le creería aquello, pero decirle directamente “quiero saber de tu vida, estoy aburrido y al bicho de la curiosidad le ha dado contigo” sonaría psicópata, aunque muy lejos de ser uno tampoco estaba, después de todo, era un loco o esta lo bastante cerca de serlo.

Chasqueó la lengua antes de acostarse de espaldas, observando como por décima vez el cielo aquella noche, sin darse cuenta, comenzó a repasar su instancia allí. Le hubiese encantado estar al aire libre y mirar las estrellas, pero era prácticamente imposible aquello, aunque admitía que desde hace algunos días le dejaban ir al patio todas las tardes, aunque no recordaba mucho sobre lo que hacía, Bartolomeo estaba allí la gran mayoría de veces. Cuando Trafalgar llegaba, iban a comer a su habitación y se encerraban hasta el otro día, él comenzó a ayudarlo con los deberes escolares, se sorprendió gratamente al saber lo hábil que era el pelinegro con ciertas materias, la verdad, aunque no era un muchacho estúpido, algunos problemas mal explicados, pero el moreno fruncía el ceño y se llevaba un lápiz a su rostro, rozando sus labios hasta que conseguía explicárselo.

─ ¿Por qué has sido tan atento conmigo? ─ Las palabras prácticamente escaparon solas, sorprendiendo al ojeroso con su cuestionamiento, sus manos fueron a parar en el cabello del rubio, solamente posándose sobre este, sin moverle, dándole a entender que estaba allí, dispuesto a hablar hasta que decidiera dormir nuevamente.

─ Soy algo así como tu médico personal ahora, aunque siempre me saques en cara que soy un practicante aún. La salud no solo va por algo físico, tengo que asegurarme de tu bienestar para que todo funcione.

─ ¿Y las pastillas? ¿En qué momento disminuyó la dosis? ─ Se sentía como un maldito niño de cuatro años, pero su curiosidad era mucha, los cambios con respecto al trato habían cambiado de manera casi drástica desde el vergonzoso incidente, sin saberlo, Sanji comenzaba a enseñarle a Law lo que era ser un verdadero médico, lo estaba ayudando a cuestionarse acerca de su futuro, de paso a comenzar investigaciones y  desarrollar sus propias investigaciones, ampliando mucho más su visión. De paso, sus calificaciones mejoraron considerablemente, le entretenía bastante compartir su tiempo con aquel niño.

─ Sobre eso.─ Titubeó, el hombre llevó una de sus manos tatuadas a su nuca, acariciando con cuidado los cabellos que se encontraban allí antes de responder.─ He encontrado un médico que quiero que veas, él posee un título de medicina alternativa y está haciendo un doctorado en psicología.

─ No has respondido mi pregunta Trafalgar.─ El rubio era exigente, apoyándose sobre sus manos mientras que lo miraba.─ Iré si es que me traes cigarrillos.

Rodó los ojos ¿cuántas veces habían hablado sobre aquello? No le fue difícil saber que el adolescente fumaba, es más, la angustia por la falta de nicotina se demostraba cada día.─ Creo que ya te lo dije, si tomas esos medicamentos no debes fumar, además, aún eres un mocoso, es ilegal darte cigarrillos.

── ¡Y una mierda! ─ Ahí estaba otra vez, con esos malditos berrinches que demostraban lo malcriado que podía ser si se lo proponía.─ Chopper me los traería.

El de ojos grises hizo un rápido repaso ante aquel nombre, no recordaba a ningún amigo del de cejas extrañas con aquel nombre. Sacó la mano de su cabeza antes de retroceder con un impulso en la silla con ruedas. Él estaba pálido y aquello no le daba buena espina. Como lo creyó, en el libro de visitas no había nadie que tuviera aquel nombre o apellido ¡Mierda! Esperaba que aquel Chopper fuera algún imbécil que entraba a escondidas o algo así, porque no recordaba a un colega con ese apelativo.

─ Kuroashi-ya… ¿Quién es Chopper?




-
-




ACTUALIDAD

Besó sus labios nuevamente, aquel contacto fue corto pero necesario y Kuroashi lo sabía, él necesitaba de todo su apoyo para lo que vivía. La visita conyugal terminaría en unos veinte minutos, tiempo suficiente como para bañarse y vestirse luego de pasar un tiempo juntos, aquello que realmente les faltaba a ambos.

─ Debes estar tranquilo, sabes que todo saldrá bien. Shanks y Buggy declararán mañana, también lo hará el doctor Hawkins.─ Le sonrió nuevamente, confiado, apoyando su frente en la contraria. Su novio nunca había sido tan demostrativo, ni siquiera cuando se encontraban a solas. Sabía que hoy debía ser su apoyo, él estaba para su novio y no le importaba nada más, después de todo, se suponía que era la “víctima”, aunque más que un victimario lo sentía como un salvador.─ Kurohige esta frito amor, lo sabes y pronto saldrás de aquí.

El pelinegro hizo el ademán de hablar, sin embargo, no le dejó, ahora le escucharía aunque no estuviera de acuerdo.─ Has logrado mantener la frente en alto todos estos días ¿por qué vas a bajarla ahora? Eso es lo que ellos quieren, eso y que cada uno de los enfermos del mundo sean dependientes a los medicamentos raros que hacen. Law, vamos escúchame, tú eres el que tiene razón.─ Le dolía, joder como los mil demonios, Trafalgar se veía tan desprotegido de esa manera. Sabía que las cárceles eran duras, pero él mismo visitó en secreto a un tal Eustass Kidd, prometiéndole un montón de cigarrillos y alcohol que logró meter por narcotráfico con tal de proteger a su pareja. Tal vez era idiota, pero esa era la única manera que se le había ocurrido para cuidarlo, porque aunque él era el mayor, ahora necesitaba que demostraran su apoyo.

Rodeo su cuello con ambos brazos nuevamente, sus cuerpos desnudos mantuvieron el contacto íntimo hasta ese entonces y el rubio retuvo las lágrimas. Silencio, como siempre, no podía saber que mierda pasaba por la cabeza del ojigris, le molestaba, pero no debía reclamarle nada, no ahora, no hasta que fuera libre. Su lucha no sería en vano y estaba completamente seguro de que se convertiría en el héroe de muchos.─ Law… te amo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario