Kim RyeoWook corrió por los pasillos, todo era oscuro,
apestaba a humedad y se sentía completamente solo. Lo quería, lo necesitaba,
pero sabía que no podía llegar a verlo si es que no pasaba por aquel túnel,
necesitaba llegar, deseaba entregarle aquello que desde hace tiempo había
reservado solamente para él. Iba tarde, su mochila tambaleaba con cada zancada
que sus fuertes piernas daban y, aunque aquello le incomodaba, no podía
detenerse. Era tarde, muy tarde.
Apoyó las manos en sus rodillas, dándose unos segundos para
tomar un poco de aire antes de ingresar a la estación. Sentía calor aunque
estuviera a punto de nevar, el ejercicio hacia su efecto. Ryeo sonrió, sacando
de su mochila los audífonos negros que él
le había dado hace ya un par de meses, uno de sus mayores tesoros.
Kim contaba los segundos, las canciones no le estaban
ayudando, se encontraba inquieto y deseaba que el mayor no fuera puntual esta
vez, pero JongWoon siempre había sido un chico ejemplar. Era su culpa, su madre
le había obligado a ir de compras en la mañana y se despreocupó, para cuando
llegó a casa apenas tuvo tiempo de arreglarse y abrigarse.
RyeoWook dejo su mochila estampada con jirafas en el suelo,
apoyándose en una esquina del vagón, recordando. Conocía a JongWoon desde
pequeño, hace unos 13 años más o menos, en ese entonces ambos iban a jardín de
infantes. No recordaba con exactitud cómo es que el mayor era de niño, puesto
que era muy pequeño en ese entonces, 3 y 6 años para ser exactos, pero sabía
que era guapo, según su madre, no paraba de repetirlo cuando llegaba a casa.
Sonrió, YeSung siempre había sido apuesto, aunque jamás le
había gustado como es que los demás lo miraban. RyeoWook cerró sus ojos, una
risa escapó de sus labios en el momento que recordaba a esa tonta de TaeYeon
completamente mojada, le había tirado agua con la manguera de la escuela solo
porque había esparcido el rumor de que su hyung era un pervertido.
Tantos recuerdos lo invadían en ese momento, pero el
“pequeño jirafo”, como le decían sus amigos de cariño, sentía que era mejor
así, puesto que el tiempo se pasaba más rápido. Las letras de ‘SUPER JUNIOR’ le
llegaban, comenzaría a escuchar mucho más a ese grupo, definitivamente,
recordar su infancia con su hyung era grato.
La primera vez que vio las tortugas de Jongwoon le
parecieron bonitas, sin embargo, cuando viendo un documental de animales se
enteró de que podía perder un dedo si lo mordían se preocupó. Recuerda haber
llamado todas las noches a casa de su amigo solamente para asegurarse de que el
mayor mantenía sus veinte dedos en su lugar. No toco a Ddangkoma por más de dos
meses, por más que el mayor le insistía, él amaba tocar el piano y no se
arriesgaría. Sin embargo, en ese tiempo descubrió lo especiales que eran esos
animales para el mayor. Las tortugas se convirtieron en sus enemigas, si antes
les temía ahora las envidiaba, Wookie quería ser igual de importante para el
mayor que sus ‘hijas’, hijas que han crecido considerablemente este tiempo, las
que ahora son sus herederas oficiales, puesto que JongWoon las convirtió en su
prole.
El recorrido era largo y tantos minutos con los ojos
cerrados comenzaron a pasarle la cuenta, Morfeo quería reclamarlo y había
colocado baladas en su lista de reproducción para relajarlo. Su respiración se
hizo pausada, la temperatura dentro del vagón era demasiado agradable, estaba
relajado, definitivamente se dormiría pronto. Sin embargo la vida tiene sucesos
inesperados.
Kim RyeoWook sintió como es que su bufanda era bajada, al
comienzo creyó que era parte de algún sueño o fantasía, no obstante, cuando
unos labios se posaron sobre los propios supo que era la realidad, la dura
realidad que ahora lo golpeaba de frente. Para cuando abrió los ojos solo pudo
distinguir una silueta delgada correr hacia el comienzo del tren, unos jeans y
una chaqueta negra.
Se quedó allí, quieto, sus ojos se llenaron de agua salada
¿De qué le había servido guardar su primer beso para su hyung si alguien se lo
acababa de robar? ¿Qué le entregaría ahora? Miro en dirección a sus zapatos
preocupado, le había dicho que le entregaría algo muy importante y ya no podría
hacerlo. Fue entonces cuando el enojo se hizo presente, su delgado cuerpo
tembló, levantó su zurda y secó aquellas lágrimas que amenazaban con escapar. Lo encontraría.
Camina decidido, observando fijamente, analizando a todo
aquel que lo rodea. No le importa nada más que encontrar al ladrón de su primer
beso, incluso su cita pasa a segundo plano. Kim recorre con lentitud los
vagones, tiene tiempo aún, le quedan veinte minutos de viaje aún.
Entonces lo ve allí, un chico castaño, mucho más alto que
él, lleva jeans y un abrigo negro. Es él,
se dice a sí mismo, el ladrón. Está
junto a otro muchacho, de cabello castaño claro, el cual no para de repetir
incoherencias, tal vez esta ebrio, un chico sobrio jamás se vestiría
completamente de rosa. “KyuHyun, nos bajamos en la próxima” escucha, entonces
decide que debe actuar ahora.
RyeoWook sujeta su mochila en su espalda y avanza con
decisión, toma la muñeca del tal KyuHyun y hace que se voltee. ─ ¡Sinvergüenza,
me has besado! ─El vagón guarda silencio y Kim siente las miradas sobre su
espalda. El muchacho afectado lo mira con extrañeza.
─ ¿Te has drogado renacuajo?
─ ¡No mientas! ¡Yo te vi! ─El acusado le hace unas señas
para que baje la voz, sin embargo el pequeño jirafo no lo escucha y sigue
gritando con fuerza.─ ¡Me besaste y saliste corriendo! ¡Pervertido!
─ ¡Él ha estado todo el tiempo conmigo! ─ Y ahora es Wookie
quien parece el ebrio. No puede evitar resignarse y fruncir el ceño al notar
como es que el chico rosado de trasero mutante, el cual acaba de descubrir, jala de la mano al ladrón y
salen del vagón, han llegado a su estación y el único y principal sospechoso ha
desaparecido, pero Kim se ha propuesto seguir
buscando al culpable, sin embargo entra en pánico, debe bajarse en la
próxima estación, ya no hay tiempo.
Camina nuevamente, esta vez más rápido, llegando hasta el
último vagón cuando el tren comienza a detenerse, RyeoWook baja apenado, no ha
podido encontrar al culpable y JongWoon de seguro lo está esperando desde hace
ya veinte minutos. Un puchero se apodera de sus carnosidades cuando llega a la
escalera que lo dejará en el lugar de encuentro.
Un brazo detiene a Wookie, quién caminaba cabizbajo hacia la
salida, el jirafo abre los ojos sorprendido al observar cómo es que la chaqueta
negra solo deja ver la pequeña mano de aquel sujeto. Su cuerpo es jalado hacia
atrás y él desea gritar, sin embargo una mano llega a su mentón y lo levanta,
pronto unos labios se encuentran sobre sus delgados belfos, Kim se pierde en
esos ojos negros.
Su boca se abre y un áspero y húmedo músculo ingresa a su
cavidad, invitando a su propia lengua a jugar con la intrusa. RyeoWook cierra
los ojos y sus brazos rodean el cuello ajeno hasta que el oxígeno se hace
necesario. Sonríe, porque frente a él, con chaqueta negra y jeans esta aquel
amigo de infancia que tanto quiere, su novio desde hace un mes y medio, quién
lo ha invitado al zoológico para que vean juntos al nuevo cachorro de jirafa. Es
entonces que la satisfacción se apodera de su ser, cuando descubre que aquel
ladrón que tanto persiguió hasta hace pocos minutos, no es más que el chico del
cual está enamorado, Kim JongWoon, su YeSung.