miércoles, 27 de mayo de 2015

Esquizofrenia — HACE 4 AÑOS Y 51 SEMANAS

HACE 4 AÑOS Y 51 SEMANAS





Que Trafalgar caminara por aquellos pasillos ya no era una novedad, muy por el contrario, las enfermeras solían agregar más maquillaje, a lo que frecuentemente se colocaban, ante la presencia del moreno, queriendo que el ojeroso las notara, pero sin conseguirlo, puesto que el moreno pasaba de cualquier persona que no fuera el médico en jefe. El joven tatuado avanzaba tranquilo, leyendo por milésima vez aquel largo historial del adolescente rubio que tenía como pupilo por aquel mes. Una leve mueca apareció en su rostro, para aquellas horas, las visitas del muchacho ya se habrían ido y él debía cumplir con las examinaciones diarias que la clínica Grand Line le forzaba a hacer.

No sabía si es que aquel chico tenía antecedentes familiares con la misma enfermedad de la que era víctima, los ancestros biológicos del rubio eran completamente desconocidos para cualquiera, lo cual dificultaba un poco las cosas. Incluso intentó preguntarle a Kuroashi, el cual, simplemente había alzado los hombros mientras intentaba ignorar su mirada, visiblemente incómodo por las interrogantes sobre su origen.

El rubio era un enigma, tranquilo y silencioso cuando estaban a solas, es más, él simplemente se dedicaba a estudiar un libro de neurología mientras el chico mataba el tiempo con sus deberes escolares, lecturas varias, televisión o coqueteando con alguna de las enfermeras de turno. Realmente no lo entendía, podía pasar horas analizando las conductas del muchacho con raras cejas, pero seguía sin hallar una explicación coherente para las estupideces que decía cada vez que veía una mujer bonita, además, la forma de espiral de las primeras comenzaba a frustrarlo.

Acostumbraba apoyarse en su propia mano, a las horas de haber ingresado a los aposentos del contrario, dejando a un lado el volumen de medicina que siempre llevaba consigo para poder observar al ojiazul discretamente. Este alardeaba de ser un príncipe, el cual se encargaría de proteger a cualquier damisela en peligro, lo que provocaba que carcajadas amenazaran con escapar de sus labios, obligándose a apartarse hacia uno de los rincones mientras él intentaba conquistar a una mujer mucho mayor, la cual dudaba que le interesara un estudiante de preparatoria.

Generalmente la enfermera de turno le seguiría el juego, saldría de la habitación minutos después con el ego inflado y las mejillas sonrojadas ante las lindas palabras con que el rubio las alagaba. Agradecía en silencio su cegués por las faldas, ya que el menor solía ignorarlo en presencia de una fémina, Trafalgar, utilizaba aquellos preciados momentos en escribir sus anotaciones con respecto a él en su bitácora.

Pero ninguno de estos escritos estaban relacionados directamente con su enfermedad, muy por el contrario, Kuroashi, a simple vista, parecía un chico saludable y vital, tranquilo, inteligente y bastante fácil de provocar, sobre todo por ese excompañero de escuela con cabello verde que venía a verlo por las tardes, junto a otros mocosos con uniforme. Era un muchacho bastante solicitado, el rubio no se daba cuenta, pero aquella semana había recibido a personas todos los días, al contrario de muchos pacientes de aquel lugar, quienes vivían solos en su habitación a la espera de su muerte.

Giró la perilla con lentitud, entrando lo más sigilosamente que pudo a la habitación contraria, dejando su bolso en el suelo, junto a una de las patas de la cama, seguido de la balanza portátil que llevaba en su mano.─ Kuroashi-ya... ─ Su voz resonó en la habitación, parándose frente al adolescente para lograr desviar su atención de aquel manga shojo que siempre leía.─ Debes pesarte, desvístete.─ Ordenó antes de ir a sentarse a la pequeña mesa que se encontraba junto a la ventana, aquella habitación individual, lo bastante grande y lujosa como para que diez personas pudieran examinarlo al mismo tiempo sin ningún problema de espacio.

Podía sentir las orbes celestes sobre su cuerpo, el rubio emitió un suspiro antes de comenzar a retirar la camisa blanca (requisitos de la clínica), para luego, seguir con los pantalones holgados que se aferraban como podían a los huesos de su cintura, quedando solamente en prendas interiores.
Era rutinario y aburrido, podía garantizar que el rubio no había subido ningún gramo, es más, comenzaba a dudar de la capacidad de su cuerpo para engordar, tanto así que había pedido la autorización de Rayleight para poder tomarle los exámenes correspondientes. Pero no pudía confirmar su teoría hasta que el rubio se colocó sobre la balanza. Se agachó para poder observar mejor el resultado, haciendo una mueca de disgusto al ver el desenlace de sus pensamientos.─ Aumentarás tu ración de comida desde mañana. Debes mantener un mejor peso si quieres disminuir las probabilidades de sobredosis de medicamentos.

Nuevamente, la mirada afilada del rubio lo perforó, él se rehusaba a tomar cada pastilla que le recetaban, aunque no lo culpaba. Aún no se le permitía poder cuestionar el tratamiento de un colega, la falta de experiencia era excusa suficiente como para ser casi un analfabeto para los demás médicos. Era muy difícil hacer que el de cejas extrañas tragara el medicamento, aunque admitía que si no fuera porque Robin-ya se quedaba en la habitación hasta que cada pastilla desaparecía dentro del cuerpo delgado, las probabilidades de que el rubio ingiriera las tabletas disminuirían considerablemente.

Una vez el de cejas raras terminó de vestirse, él volvió a lo suyo, caminando nuevamente hasta aquella mesa, sacando unos apuntes de su bolso antes de volver a sentarse frente a la camilla. Estudiar le ayudaba a que el tiempo pasara más rápido, el sonido que hizo la superficie acolchada al recibirlo el cuerpo contrario le garantizó que él pensaba lo mismo que su persona. Un nuevo suspiro escapó de sus labios, su tarde cada día era más monótona.




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Cuando sus orbes celestes apuntaban a la pared su respiración se tranquilizaba. El estar todo el día en un lugar así era aburrido, cada día se hacía mucho más largo que el anterior, casi hasta el punto de desesperarlo. Se sentía enjaulado, muchas veces, había recordado a las mascotas de la veterinaria cercana a Baratie, donde los pobres animales miraban con ojos brillantes a todo aquel que pasara frente a esta, ansiando ser adoptados y queridos. Tal vez él estaba en las mismas condiciones que aquellos, ahora podía comprenderlos de una mejor manera.

Por lo general, cada vez que su vista se fijaba en la pared o el cielo de la habitación terminaba por dormirse, el silencio reinaba siempre en aquel lugar, era muy tranquilo como para una persona inquieta como él, al igual que aquel nauseabundo olor a hospital que invadía la clínica. El Baratie lo había malacostumbrado a alimentarse con lo mejor, una mezcla entre la mierda de comida que servían en Grand Line y medicamentos que le obligaban a tragar, sumado al aburrimiento que se multiplicaba por cada segundo que pasaba, aumentaba los "contra" sobre los establecimientos de salud.

El estar allí no traía muchas cosas buenas, salvo las visitas de las guapas enfermeras, Nami-swan y Robin-chan. Aquello era lo único que disfrutaba al estar en la clínica Grand Line. Sus amigos sólo podían verlo una hora al día, para luego, consumirme en la soledad hasta que el sol se ocultara. No podía decir que el ojeroso era una compañía, puesto que solamente le hablaba cuando traían la asquerosa comida que devoraba por el hambre. Además, estaba completamente en desacuerdo de que el alimento, por más desagradable que fuera, terminara en el basurero.

El estar en soledad le obligaba a pensar mucho, incluso en cosas que hasta hace poco podría haber catalogado como "superadas". Por ejemplo, a veces se preguntaba si es que algún día podría volver a la escuela, cosa que no había realizado desde que se retiró de la institución. Sin embargo, sabía que obtener una afirmación como respuesta era completamente imposible. Para comenzar, era de más ayuda para el viejo si trabajaba a tiempo completo, no es que hubiera falta de personal, pero para Zeff era más fácil dejar las cosas en sus manos que contratar a un par de idiotas que terminarían por romper los platos; seguido de que su salida a la escuela no fue precisamente por las buenas. La última vez que asistió su cuerpo quedó por completo lastimado, tardó más de dos días en deshinchar su ojo derecho.

Pestañeó entonces, no le gustaba recordar aquellas memorias y en ese lugar solo tenía dos opciones para matar el tiempo. La segunda, era imaginar, sin embargo temía a esta, puesto que su propia mente comenzaba a cuestionar acerca de lo reales que eran sus pensamientos, confundiéndolo por completo. No le molestaba tener esa enfermedad, después de todo a cada uno le correspondía lo que merecía, aunque no tenía claro que clase de karma era aquel, de seguro debió haber sido un tipo tremendo en sus vidas pasadas.

Por más que averiguaba, no comprendía del todo su trastorno, lo estudiaba, pero últimamente comprendía que no sacaba nada leyendo artículos y libros referentes a su psicosis. No es como si pudiera distinguir entre lo real y lo ficticio, tal vez en su imaginación pensaba que leía y nunca lo hizo. Con el tiempo había aprendido que ya no podía confiar en los demás, sus ojos y oídos a veces le enseñaban cosas que las personas "normales" no podían sentir, pero él sí. Desde que su "enfermedad" se desarrolló, había comprendiendo lo especial que era.

─No puedo creer que nuevamente estés aquí ¿Cómo lo haces para ingresar fuera del horario de visitas Chopper?

─¡Waa! Sanji, menudo lugar al que te han traído, me costó llegar esta vez.

─ No pudo evitar sonreírle con ternura, su amigo peludo comenzaba a observar lo que lo rodeaba.

─Pero lo lograste, eres un reno inteligente.

─ ¡No creas que por decir esas cosas me harás feliz cabrón! ─ Kuroashi sonrió nuevamente, ahí estaba nuevamente, moviendo sus brazos como si fueran ondas sonoras mientras mecía sus caderas cual baile.

─ Guarda más silencio Chopper, el médico de mierda puede aparecer en cualquier momento y tú no alcanzarás a esconderte nuevamente. ─Aquello bastó para que esos bailes se detuvieran.

Se levantó de la camilla entonces, la bola de pelos un poco más alta de un metro comenzaba a inspeccionar los medicamentos sobre la mesita de noche. Su amigo era el matasanos más confiable que tenía.

Sonrió con pesadez mientras comenzaba a mover las cortinas blancas con sus dedos, solo un par de centímetros fue suficiente como para poder asomarse. Niños corrían en el pasto del jardín de la clínica, un par de madres alimentaban a sus bebés, abuelos caminaban seguidos de enfermeros y personas paseaban frente al lugar, ignorando su presencia, porque era obvio que para los demás él era transparente. El cabello rubio comenzaba a opacarse, añorando poder obtener mucha más libertad de la que le era concedida. Sabía de antemano que aquello era por su seguridad.

Sus manos comenzaron a moverse entonces, los sonidos que Chopper realizaba cada vez que movía uno de los frascos hacia que los vellos de su nuca se erizaban, pero no se detuvo en ningún momento. Desde la ventana se movió hacia los espejos, parándose frente a este para poder levantarse aquella prenda superior. La camisa de seda blanca terminó en la cama, detrás de su cuerpo, sus ojos observaban con atención cada centímetro de su piel blanca, poniendo principal énfasis en la zona del pecho, notando como es que sus costillas seguían lo bastante marcadas como para asustar a cualquiera.

Aunque jamás lo admitiría, se avergonzaba en demasía de su cuerpo, es por esto que jamás lo mostraba, tapándolo con prendas elegantes y largas, en donde solamente dejaba al descubierto su cuello largo y pálido, las hábiles manos y los largos dedos que lo ayudaban en la cocina cada vez que quería satisfacer el estómago de alguien.

─ Las dosis de olanzapina y ziprasidona que ingieres normalmente es demasiado alta para un chico de tu edad.

─ Lo se... ─ Su mirada se desvió hacia el más bajo unos segundos, seguro de su respuesta.

─ ¿Comenzaste a ingerirlos hoy?

─ Si.
─ No te dejan salir de aquí ¿Verdad? ─ Comentó el reno volteando los pequeños frascos para poder leer los químicos que los componían y la información adicional.─ He escuchado que no son medicamentos del todo aprobados, debes tener cuidado con los efectos secundarios.

─ Tampoco es como si pudiera hacer algo al respecto.

─ Podrías hacerlo, simplemente no los tomes.

Los ojos del rubio se abrieron un poco más de lo normal, la sonrisa que su amigo llevaba era algo extravagante, por unos segundos se sintió curioso. ─ Deja de bromear Chopper.




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Apenas se encendió la luz roja Law soltó el café que había estado bebiendo, de inmediato, sus pies comenzaron a avanzar con rapidez en dirección a la habitación 202, seguido de un par de enfermeras. El sonido de la alarma lo había despertado de sus propios pensamientos, aquello no era normal, se suponía que Kuroashi no tenía ningún problema, entonces ¿Por qué estaba sonando aquella alarma? ¿Quién la había activado?
Para cuando abrió la puerta pudo comprender lo ocurrido, el rubio agachado frente al botón que había ocasionado aquel irritante sonido, sobre la mesa de noche estaban todos los medicamentos sellados pero revueltos, junto a estos se encontraba él, apoyado en las palmas de sus manos y ambas rodillas, devolviendo hasta el desayuno.

─ Bonney ve por un par de toallas y un pijama nuevo. ─ Su mirada era seria y firme, sus pasos lo guiaron hasta el joven y delgado rubio, maldiciéndose una y mil veces. Había escogido aquella profesión para poder ayudar a todos aquellos que sufrían por algún tipo de enfermedad, pero la imagen de alguien enfermo era realmente traumante para cualquiera.

El ser humano era empático, solía reaccionar ante las expresiones que el rostro que el prójimo llevaba, creando un sentimiento en el que se reflejaban con las víctimas, las personas, en su mayoría, para lograr desechar aquella sensación, decidían al más necesitado, logrando incluso colocarse en el lugar del afectado.

Pero él no funcionaba así, si bien, estaba seguro que ayudaría al rubio en todo lo que podía, no obstante, no era la expresión que llevaba lo convencía, es más, le molestaba verlo a la cara y saber que el enigma de sus cejas no podía ser resuelto aún. Su objetivo siempre fue aprobar la práctica y obtener renombre como médico, le había prometido a Corazón que sería el mejor y no planeaba retractarse a estas alturas.

Pero se veían obligado a realizar este tipo de experiencias encuarto año de medicina común para buscar un verdadero enfoque. Trafalgar comenzaba a cuestionar si es que la neurología era lo suyo, si bien, como neurólogo no tendría que preocuparse por recoger la bilis de un enfermo, el estudio del funcionamiento del sistema nervioso tal vez no era lo suyo. Odiaba cuestionarse. Tal vez su enfoque debía ser más científico, estaba completamente convencido que la creación de los antipsicóticos planteaban un retroceso a las víctimas de estos trastornos.

Una vez el rubio dejó de devolver aquello dirigió sus orbes grises hacia la mesita de noche, observando con cierto odio aquellos frascos que se encontraban allí. No entendía como es que el conocido Kurohige se equivocaba con el tratamiento que le obligaba seguir a Sanji. Según Marshall, el rubio desde hace una semana debió haber comenzado a ingerir un par de tabletas de olanzapina y ziprasidona desde hace semanas. Pero como él era el médico (o practicante) a cargo del menor, mantuvo hasta esta mañana en secreto las tabletas del de tez más blanca. Si no fuera porque Rayleigh supervisó personalmente el avance del adolescente, este no se habría visto en la obligación de ingerir aquel nuevo medicamento.

Podía suponer que el causante de sus vómitos era aquello, también como los responsables de su falta de energía. Si no fuera porque se encontraba a su lado, el rubio hubiera caído directamente en la mezcla ácida que manchaba el piso por su agotamiento. Lo cargó, sorprendiéndose ante lo liviano que se sentía en aquel momento. Caminó con él en sus brazos dirigiéndose hacia el baño privado de su "suite" para poder desvestirlo. Era un joven elegante, pulcro, suponía que el menor lo molería a golpes cuando pudiera si es que permitía que se acostara bañado en vómito.
Una vez el agua caliente llenó la bañera, introdujo su cuerpo completamente desnudo en esta, comenzando a pasar una esponja por su piel blanquecina.─ Kuroashi-ya...─ Murmuro, la mirada contraria estaba perdida en el cielo del lugar, engañándolo, haciéndole creer que el rubio estaba allí, aunque él sabía que era solo su cuerpo. El rubio lo entendía, claro, pero había estudiado cada una de aquellas medicinas en la universidad, el adolescente simplemente era un ente que se movía obedeciendo a las órdenes que cualquiera le daba.

Lo más probable era que el menor se hiciera adicto a estos medicamentos si seguía el régimen que el doctor Kurohige estableció era una clara invitación a una futura adicción por parte del adolescente a los antipsicóticos en un futuro, además, estaba completamente seguro que si algún día el menor olvidara tomar una maldita tableta los síntomas de su esquizofrenia serían mucho más fuertes que ahora, si es que realmente tenía síntomas, porque hasta hace poco no los había demostrado.
Se negaba rotundamente a ser el acompañante de un niño que se encaminaba a un mundo de drogadicción legal y cara ¿Quién en su sano juicio podría recetarle algo así a un menor de edad? Se suponía que estaban protegidos por la ley.

─ Levanta tu pierna... Sanji.─ Fue difícil, si bien no conocía mucho al mocoso, acostumbraba ver gestos de molestia cada vez que le hablaba, como si fuera él su enemigo, cuando lo único que quería ser era su aliado. Porque no era solo él quien se veía perjudicado por decisiones rápidas de médicos sin vocación, estaba decidido a cambiar todo el maldito sistema corrupto que tenía como objetivo vender medicamentos en vez de solucionar realmente los problemas de salud que la sociedad demandaba.─ Buen chico...




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ACTUALIDAD

─ ¿Sabe usted que la experimentación humana es un delito?

─ Absolutamente, su señoría.

─ Kuroashi no Sanji era menor de edad en ese entonces, lo que agrava su falta.

─ ¡¿Delito?! ¡Darle a un menor de edad semejantes medicamentos debería considerarse un delito señor juez! ¡YO simplemente planeaba ayudarlo!

─ ¡Objeción!

─ Concedido señor Scratchmen.

─ Señor Trafalgar, por favor responda la siguiente pregunta con calma y recuerde que está bajo juramento. ─ El castaño se tomó una pausa, la cual le pareció eterna al pelinegro sentado en el estrado.─...usted ¿estaba consciente de lo peligroso que podía ser para el joven Kuroashi el quitarle los medicamentos?

─ Si, era consciente de aquello.

Esquizofrenia — Introducción


PRIMERA PARTE

5 AÑOS ANTES

Trafalgar Law: Estudiante de medicina, 21 años. Practicante en la clínica más lujosa de Tokio. Planea especializarse en neurología.

Kuroashi no Sanji: Escolar, 17 años. Sufre de alucinaciones frecuentemente. Su padre adoptivo, Zeff, se ha encargado de darle todo lo necesario para su bienestar. Lucha fervientemente para lograr ser una persona "normal" en un futuro próximo.




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La esquizofrenia es un diagnóstico psiquiátrico que se utiliza para personas con un grupo detrastornos mentales crónicos y graves, caracterizado a menudo por conductas que resultan anómalas para la comunidad, falta de percepción de la realidad, alteraciones en la percepción o en la expresión de la alteración de la realidad.




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- ¿Por qué diablos debo encargarme de él? - Cuestionaba aquel practicante, siguiendo al sujeto con bata blanca que se encontraba delante suyo. No podía creerlo, tenía una orden estricta por parte de la universidad de obedecer todo aquello que el médico a cargo le dijera, incluso si lo mandaba de enfermero cuando lo que debía hacer era observarlo ¡Ja! podía joderse, él no haría de niñera, el padre de aquel mocoso tenía el dinero suficiente como para contratarle una, o tal vez podría pagar a un manicomio, así no le joderían a él.

- El padre adoptivo de aquel chico es un importante hombre, no queremos que esta clínica de renombre se vea envuelta en escándalos de ningún tipo. Es una orden Trafalgar, no querrás reprobar por no obedecer a tu médico a cargo, además, se supone que debieras manejar bastante bien el tratamiento de esa enfermedad. - Rayleigh desapareció por el pasillo, dirigiéndose al área de operaciones. No sacaría nada más que una amonestación si es que le seguía discutiendo.

Desordenó su cabello, negro como la noche, mientras caminaba de vuelta hacia la sala de espera, en donde aquel muchacho rubio lo esperaba junto a una maleta. Su padre viajaría por un mes y debía mantenerlo al cuidado de especialistas, poseía el dinero suficiente como para mantenerlo alojado en una clínica lujosa por todo aquel tiempo.

Observaba su reflejo frente a los limpios vidrios del ascensor, sus ojeras estaban marcadas, aseguraría que estas se volverían mucho más notorias en todo aquel tiempo. Su primera práctica seria un fiasco, el personal estaba ocupado en sus respectivas tareas, él, siendo un recién llegado, se encargaría de cuidar a un mocoso loco del que nadie quería hacerse cargo, pero cuyo padre les daría una fortuna por mantenerlo sano y salvo por todo ese tiempo, además, lo vigilarían ante cualquier crisis que el muchacho tuviera, más bien ÉL se haría cargo del niñato mimado en todo ese tiempo, pero no se la dejaría fácil.




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Sus pies golpeaban el piso al ritmo de la canción que escuchaba, con ambos audífonos en sus oídos y el ceño fruncido esperaba a aquel idiota que se haría cargo de "cuidarlo", aunque no lo necesitaba". Él era completamente independiente, pero aunque quisiera gritarlo a los cuatro vientos, sabía que el viejo de mierda se reiría en su cara si lo escuchaba.

Todo había empezado el día en que Patty lo siguió ¡Él no lo sabía! estaba demasiado ocupado buscando una canción lo suficientemente elevada como para distraerlo, sabía que todos los clientes del Baratie hablaban de él, aunque sonara ególatra, no mentía. Ellos lo miraban siempre, aunque se mantuviera sentado en las escaleras de caracol sin hacer nada. Podía escuchar los susurros con cada paso que daba entre las mesas, el viejo le daba un porcentaje de las propinas si es que ayudaba a los camareros, dinero que necesitaba si es que quería ir al baile de fin de año con su amada Nami-swan.

Un tipo con cabello rosado, llamado Fullbody, habitual cliente del restaurante, lo llamó como de costumbre, el muy idiota comenzó a gritar del pésimo servicio que él le daba. De seguro se había molestado porque su novia de turno lo miraba siempre que pasaba junto a la mesa, así como las chicas que traía con anterioridad. Aunque tal vez la chica planeaba celar tanto al pelirosado para perjudicarlo, puesto que halagó mucho más a la peliceleste que siempre se sentaba en la mesa tres.

La cosa es que, en menos de dos minutos tenía al musculoso sujetado por la camisa, los pies de este no eran capaces de tocar el suelo. Los gritos no se hicieron esperar, todo aquello que no debía suceder ocurrió. Prontamente las quejas de Patty sonaban tan fuerte como sus gordos pies aplastando la madera del piso. El cocinerucho lo golpeo y se lo lleva su templo culinario personal, en donde los cocineros lo interrogaron, sin embargo, él no dijo nada.

Debido a sus constantes peleas Carne prácticamente obligó al viejo a que hablaran, creía que su comportamiento se debía a la falta de atención del hombre con bigote, pero estaba más ocupado manteniendo una discusión interna como pata escuchar sus palabras y él se dio cuenta de aquello.

Lo que vino después fue rápido, muchos psicólogos, psiquiatras, un par de neurólogos, como resultado, debía tomar un banquete de pastillas cada día, así como mantener un peso específico porque los malditos antipsicóticos dependían de aquello. Aspectos de su vida que jamás había considerado ahora tenían que estar presente en su día a día, obligándolo incluso a faltar a la escuela algunos días para poder ir a los tratamientos costosos. Las miradas de sus compañeros comenzaban a cambiar con el tiempo, llegando incluso a aquellas pesadas bromas de las que fue el blanco, hasta que por fin el viejo decidió sacarlo de aquel lugar y contratar a Robin-swan quién le enseñaba todas las materias, lo único bueno que había sacado de aquello.

En resumen. Por culpa de esos idiotas ahora el viejo lo dejaba allí ¿Por qué no podía quedarse en el Baratie como los demás? discutir era en vano y el viejo lo golpearía nuevamente si volvía a decir palabra. Pero ahora estaba allí, con un imbécil frente a él que lo miraba de mala gana. Este mes seria largo, demasiado tiempo para su gusto.

One Piece


Si bien, me encanta esta serie, solamente escribo " ....  x Sanji" o "Sanji x .... ". Si quieren hacer pedidos pueden hacerlos.

Esquizofrenia LawSan

Esquizofrenia

La esquizofrenia es un diagnóstico psiquiátrico que se utiliza para personas con un grupo detrastornos mentales crónicos y graves, caracterizado a menudo por conductas que resultan anómalas para la comunidad, falta de percepción de la realidad, alteraciones en la percepción o en la expresión de la alteración de la realidad.
LawSan

Super Junior


Fanfics:

Fogata  YeWook
Stolen Kiss YeWook

Simplemente ChangWook ChangMin (TVXQ!) x RyeoWook (SJ)



My name is 김기범





Kim KiBum mantuvo la brillante sonrisa adornando su moreno rostro, al mismo tiempo que sus ojos brillaban demasiado, aun cuando el salado líquido escapaba de sus orbes, bajando lentamente por sus mejillas. La emoción que sentía en ese momento era inmensa, su corazón golpeaba incansablemente su pecho, sus latidos eran fuertes, le dolía.

Él no era uno de esos hombres que daban discursos interminables con respecto a los sentimientos, pero que a la vez sentía demasiado. Nunca se caracterizó por ser un chico demasiado egocéntrico, es más, solía molestarse con quienes lo eran, salvo con Heechul hyung, su personalidad es sorprendente. Ser visto como un tipo indiferente fue uno de los golpes que más le sorprendió, quería cambiar su imagen a toda costa, pero no había palabras para definirlo, simplemente era él, Kim KiBum, un muchacho tímido que no habría la boca, un “sujeto de pocas palabras” como decían algunos, un chico alegre, bromista e inteligente, que tenía un sueño que cumpliría, aunque se le fuera más de la mitad de la vida en realizarlo.

Pero su vida nunca fue fácil, esforzado, aún recuerda todas aquellas noches detrabajo duro que le permitieron llegar hasta dónde está ahora, aquellos retos que recibía él y algunos otros traineer cuando se equivocaban. Aprendió inglés luego de años de práctica, como método de supervivencia, extranjero en un lugar que no reconocía como propio, pero que a la vez lo alejó de su hogar, convirtiéndolo en un completo desconocido cuando volvió. También le enseñaron a bailar, nunca destacó en ese arte pero le ayudaba mucho a desestresarse, además, seguía aprendiéndose las coreografías que los miembros sacaban.

Vivir solo lo obligó a ser responsable consigo mismo, pero aunque los primeros mesesfueron para él el período más difícil de su vida (si, incluso peor que ser traineer), KiBum no cambiaría nada de su independencia. Siempre recibió un “no” ante cada consulta que hacía, inexperto, ignorante, pero no por eso estúpido. 

Nunca ha sido un hombre amigo de la teoría, él prefiere experimentar para aprender, vivir cada momento, esto último le ha traído mucho más que recuerdos, como los miembros. Él conoció a cada uno de los chicos y estableció un fuerte vínculo con ellos, se mostró como era y los convirtió en su familia, la familia que extrañaba cada día más.

No odia su departamento, al contrario, lo amaba, pero aun así lo encuentra sumamente silencioso, cada vez que ingresa en este siente la necesidad de colocar música o encender la televisión a todo volumen. Ya no hay ningún hyung que le cocine, tampoco está su omma, pero si él quiere comer algo que nunca antes a hecho no dudará en llamarlos.

Su mente divagaba en muchas cosas, tanto así que se le olvidaba la razón del por qué esta emocionado, pero entonces ve a la bella actriz frente a él y los pensamientos vuelven, cual círculo vicioso. Sus líneas, practicadas anteriormente, escapan inconscientemente de sus labios, su voz suena natural. Esta es la escena que los fans de ambos adiarán, porque él sabe que aunque no lo digan quieren ser ellas las que sean besadas. Entonces él también envidia porque ellas lo aman tanto que le desean lo mejor, y KiBum también quiere amar a alguien tan puramente, aunque ama a ELF no es lo mismo, porque no las conoce, pero desea hacerlo con toda su alma, aunque no tiene tiempo.

~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ 김 기 범 ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~~ ~ ~ ~ ~ ~ ~

KiBum odia su agenda, hay veces que queda más que agotado, esos días siente que no puede hacer nada, incluso pensar le es difícil. Eso lo complica bastante, ya que divagar por su mente le gusta bastante, es uno de sus principales hoobies. KiBum adora pensar, porque siente que en sus pensamientos sus labios no son traicioneros y expresan sus sentimientos, entonces imagina las reacciones de los demás si los hubiera dicho. Quiero volver, eso es lo que piensa ahora.

El trabajo a terminado temprano hoy, Kim está feliz por eso, podrá ir a ver la presentación de los miembros en su departamento. Él ha votado por ellos en cada descanso, ha escuchado cada canción del nuevo álbum, ha leído los agradecimientos y felicitado a cada uno de los miembros, también envió un mensaje a RyeoWook, diciendo que iría a cenar siempre que él cocinara, porque su comida es especial para todos.

~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ 김 기 범 ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~~ ~ ~ ~ ~ ~ ~
De nuevo se encontró con ELF, KiBum no sabe que comen para ser cada día máshermosas, él les sonreía mientras aclaraba cada una de sus dudas. ELF es muy curiosa. Entonces lo pensó nuevamente y esta vez lo dijo en voz alta. ─ Quiero volver.─ Y lo escucharon. Algunas lloraron ¿Acaso no quieren que vuelva? Se preguntó, y ellas parecieron adivinar sus pensamientos y le sonrieron, también hubo aplausos.

KiBum está feliz de volver a verlas, también hay chicos en la audiencia, aquello le sorprende. Entonces se dice a si mismo bisexual, porque él ama a ELF y al parecer ELF no tiene género.

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Hoy volvió a entrar al foro, sus ojos se fijaron en las publicaciones y comenzó a leer. KiBum nunca se había imaginado a si mismo teniendo sexo con algún miembro. Sonrió aunque fue por los nervios que nacían en su cuerpo al pensar en esa posibilidad, y sin darse cuenta comenzó a clasificarlos uno por uno, porque los conocía y podía darse ese lujo. Kim KiBum solo pudo llegar a una conclusión: Jamás se acostaría con JongWoon hyung.

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Hoy KiBum ha ido a ver al CEO, leyó un montón de papeles y, aunque no estuvo de acuerdo con una parte de lo que decía, firmó. LeeTeuk hyung, quién lo acompañaba, lo ayudó a debatirle un par de puntos al CEO, pero no fue muy conveniente hacer eso. Y no puede evitar sonreír, mientras camina con las manos dentro de sus bolsillos piensa en como la vida es inesperada, aunque no salió como lo había previsto, no puede evitar ser feliz al conseguir lo que quería.

~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ 김 기 범 ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~~ ~ ~ ~ ~ ~ ~

Kim KiBum mantuvo la brillante sonrisa adornando su moreno rostro, al mismo tiempo que sus ojos brillaban demasiado, aun cuando el salado líquido escapaba de sus orbes, bajando lentamente por sus mejillas. La emoción que sentía en ese momento era inmensa, su corazón golpeaba incansablemente su pecho, sus latidos eran fuertes, le dolía.
Los gritos enloquecedores se escuchaban. Arregló el audífono que se encontraba en su oído y miró a los miembros.─ ¡Hwaiting! ─ Gritó con fuerza y se encaminó rápidamente a su posición.

Mordió su labio y juntó sus manos sobre su pecho, esperando la señal mientras mordía su carnosidad inferior. KiBum volvió a enamorarse cuando abrió sus ojos nuevamente, un mar de luces azules lo rodeaba. Se sentía tan pequeño en ese momento. Subió nuevamente en el escenario y lloró, siendo abrazado por HeeChul y HanGeng hyung.

Él es un actor que se interpretaba a sí mismo, el papel más lindo e importante que nunca dejaría. KiBum se disculpó una vez más con todos por la larga espera, observó los catorce chicos que se encontraban a su lado y sonrió como nunca antes lo había hecho, Tomó las manos de Henry y KangIn e hizo una reverencia antes de comenzar a hablar.─ 안녕하세요 my name is Kim KiBum.